Tener un perro y un huerto, si no se toman las medidas oportunas, te supone un problema. A chico le gustan más los pimientos que los tomates, pero a los tomates no les hace asco aunque solo sea para jugar. Las cebollas recién arrancadas como que le pican un poco, pero para probar, primero las arranca y luego las deja.
Había que solucionar el problema. Un par de barandillas de aluminio sin uso y, como no, los agradecidos Palés. Así que manos a la obra de nuevo.
Como veréis en las fotos poca complicación, un poco de tiempo, unas medidas, unos tornillos y un soplete que me ha dejado mi amigo Nico. El resultado ahí esta.
¿Practico? no, la valla la hice cuando era cachorro y tiene una altura de 80 cm. Nuestro amigo Chico, que ronda ya los 12 mesecitos, se lo salta como si de un atleta olímpico se tratase, sin ninguna dificultad.
Las tablas, después de pasarles el soplete, quedan con un bonito aspecto rustico. Como remate, falta tratarlas con un poco de aceite de linaza para que la intemperie las respete un poco mas de tiempo.
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